Ya pasó. Nuestras últimas fiestas patrias en el colegio ya acabaron. El sentimentalismo no me vino sino hasta el último momento, cuando estaba próxima a salir para nuestra cueca final. El Pedro, que bailaba conmigo, me dijo algo como “Uuy, nuestra última cueca”. Creo que realmente no había caído en la cuenta de lo que eso significaba hasta que él lo dijo. La última cueca. Los últimos metros que nos quedan por recorrer en este camino que llaman colegio. Tuve que aguantarme la emoción y sonreír, sonreír con el orgullo de ser parte del cuarto medio: el curso que se va. Realmente no deseaba que terminara ese momento. El baile se me hizo tan corto… En un pestañeo estábamos de pie frente al público, escuchando los aplausos de tantos padres probablemente ajenos a lo que eso significaba. Hay momentos que deberían ser eternos; y este acto debió serlo, al menos para mí.
Muchos pueden decir que es un alivio que ya haya pasado; qué bueno que ya no vamos a escuchar los ensayos de música ni cueca todo el día, etc. Pero yo creo otra cosa. De hecho por una parte no quería que fuese el día sábado, porque no quería que quedara en el pasado; no quería decir “ya fue…”. Sabía que luego de eso no quedaría nada; que de ahora en adelante el tiempo pasará más rápido que nunca; y que sin darnos cuenta estaremos graduados. Ya no seremos más escolares; no usaremos uniforme ni bailaremos folclor en cada septiembre, a menos que queramos.
Es irónico: fue mi último acto y la primera vez que mis padres no asistieron (tenían el matrimonio de una amiga muy querida). Mi abuelo iba a verme con mis primas, pero llegaron cuando ya había terminado. Qué triste. Mi prima estaba demasiado impresionada porque fuésemos tan pocos cuando le dije “Ése es mi curso”.
Terminé agotadísima por bailar tanto. Bailé con el Matus, el Álvaro, el Ale, el tío Rodolfo, el Adrián e incluso el profe Víctor. Estaba cansada, pero hubiese seguido si otras personas que no quisieron bailar lo hubiesen hecho.
Salió todo demasiado, pero demasiado bien. Me sentía triste, por la mezcla de sentimientos que se enredaban en mi interior; pero al mismo tiempo sentí un gozo y una emoción indescriptibles, porque todo parecía un programa de verdad. Me encantó. GRANDE TÍO LUIS, el genio detrás de cada presentación!
Pero la vida no acaba en el colegio: no señores. Hoy día fue un día genial también. Para empezar, hoy estuve en la mejor alabanza con los niños que haya experimentado. ¿Cómo definirlo? Poderoso queda corto. Y para rematar esto, lo que pasó después de la prédica del pastor fue… uf… Dios es Maravilloso, no hay palabras que puedan expresar cuánto amor tiene por cada uno de nosotros... ¡Gracias mi Señor!
Y para terminar, puse en práctica mi mayoría de edad. Sí, yo soy la famosa mencionada por mi estimado, a la que le pidieron el carnet. Fue bastante gracioso, debo decirlo.
Creo que ha sido uno de los mejores fines de semana de mi vida.
Yo creo que cuando este preparando mi tesis para titularme y este todo nervioso, ahi me acordare de estos dias.
ResponderEliminar