domingo, 19 de junio de 2011

Un BUEN fin de semana

Hoy puedo decir felizmente que este fin de semana fue realmente bueno.
El viernes, luego de una deliciosa prueba de lenguaje y una clase de cumbia, partimos en grupo a la casa del Vicente, a celebrar su cumpleaños. La verdad sólo fui a comer, porque partí muy temprano (tres y media) para dirigirme al retiro de mujeres en Rosario. 
Qué decir de eso: estuvo simplemente maravilloso. Ya se quisieran los hombres un retiro así. La verdad, a grandes rasgos, aprendí que Dios es Fiel. Es decir; que cuando nos sentimos alejados o desamparados, no es que Él nos haya dejado, sino todo lo contrario. Sinceras gracias Señor por este retiro.
El sábado llegué muerta a mi casa, pero mi hermana tenía una pijamada (de tres personas), así que me vi en la obligación de unirme a ellas. Jugamos Scene it y vimos una película, con lo cual me dormí a las tres y media de la mañana.
Al otro día, osea hoy, me quedé dormida (menos mal niño, que me llamaste, si no no me despierto). Y para no aburrir más, en la tarde fui al concierto del maestro Ennio Morricone. Pero qué genio. Su música paraba los pelos, y hacía que me remeciera cada dos segundos en mi asiento. Tanto pataleó la gente, que salió y entró al menos unas diez veces, y repitió tres canciones para calmar al monstruo de Movistar arena. Saqué músculo de tanto aplaudir.
Estando en ese lugar no pude evitar recordar, con una sonrisa y algo de vergüenza, el concierto de RBD. Cuando íbamos en séptimo, entre mi prima, la Dani y el Mati, lograron contagiarme su fiebre por el entonces popular grupo mexicano. Me compré algunos CD’s, y le rogué a mis padres que me compraran entradas para el concierto. Ahora lo pienso, y no gastaría plata en ir a verlos. Además que estábamos como en platea alta o galería, y apenas veíamos.
Eso me hace recordar… ¿Alguien estaría dispuesto a bailar HSM otra vez? Yo la pasé bien haciendo eso, y sería demasiado cortavenas pero lindo hacerlo como una especie de despedida, ¿No les parece? ¿No les gustaría repetir las cosas que hicimos siendo más pequeños, antes de dejar el colegio? ¿Jugar a la pastelería, baseball, Next chileno (jejeje)? ¿Hacer refugios ilegales en la zona “prohibida”, o almorzar debajo del vagón? ¿Y qué de practicar coreografías nuevas en la carpa a la hora de almuerzo, con un diluvio afuera?
Que levante la mano el que apoye la moción: me gustó mi idea improvisada.
Y bueno, ya es tarde y mañana hay colegio. Cero inspiración para escribir hoy día.
Buenas noches.

domingo, 12 de junio de 2011

Una alegría y un pesar

No hay un tema determinado para hoy, mis queridos radioescuchas.
El miércoles en la mañana salimos con el kínder, y me dijeron “ya tienes tema para el blog”. No sé ustedes, pero personalmente la pasé muy bien. Me encanta estar con esos niños; me río tanto escuchando las cosas que hablan. Ya a muchos les he contado cuando le pasé a llevar el pelo a la Cata, y al preguntarle si le había dolido, me respondió con una cara que me dejó completamente perpleja: “El dolor está en la mente, y sólo hay dolor si hay sangre”. Los niños de hoy en día. Voy a echar de menos a estos pequeños. La pasamos muy bien, todos de rodillas en la tierra húmeda, haciendo hoyos para poner las plantas y flores que habíamos comprado. Claro, hay algunos que se embalan y comienzan a desenterrar objetos, como ROCAS GIGANTES, del medio del patio.
Otra cosa pasó durante la semana, y me repitieron “ya tienes tema para el blog”; pero no recuerdo qué fue.
Ahora, acabado el feliz tema de ayudar al planeta y, de paso, compartir con nuestros vecinitos; paso a un tema algo más profundo y mucho menos feliz.
No es tema nuevo en nuestro curso las peleas de niñas. Desde que llegué al colegio es algo usual, al menos en este cuarto medio. Un día son unas, al otro día otras. Escribo esto para declarar mi neutralidad en esta situación. Niñas, las quiero mucho a todas, y realmente me carga verlas así. Obviamente no espero que se arreglen porque yo diga que no me gusta verlas así. No es el objetivo de esto. Sólo quiero que todo el curso sepa (ya sabe uno, que vio mi cara el viernes) cuán chata me tiene el asunto. Lamento si alguien se siente ofendido, pero estoy cansada de leer indirectas, de escuchar pesadeces, y de soportar los asquerosos silencios que se producen cada vez que hay una pelea.
Por eso, insisto en decirlo, tengo más amigos hombres. Si algo les molesta, lo dicen y ya. No se lo guardan para después andar mirando feo. A veces pueden ser más irritables que una madre premenstrual, pero las cosas se arreglan, a más tardar al día siguiente. Yo también la he embarrado, ¿saben? Obviamente nadie es perfecto. Pero cuando lo he hecho, mis amigos me lo dicen (agradezco esa sinceridad). Y, ¿les digo qué? No es fácil: ni decir “oye, me molestó esto”, ni “perdón”. Ambas cosas muchas veces pueden ser muy dolorosas. Pero son estas cosas las que demuestran valentía, amor por el otro, y preocupación por mantener una buena y estrecha relación.
Pido consideración por ser éste nuestro último año. Dejen las tensiones y roces a un lado, y traten de vivir pacíficamente, aunque sea por el resto del curso. Se los pido por favor. Una tregua que dure hasta la segunda semana de noviembre: tomemos la vía diplomática.
Y quiero aclarar algo. Mi intención, por si alguien la malinterpreta, no es para nada ponerme de uno u otro lado. Para nada. Pero sí quiero que sepan que no busco crear polémica, y que cualquier comentario que contenga indirectas contra alguien, o algo que considere ofensivo; será borrado sin ningún asco.
Habiéndome desahogado, y expresadas todas mis opiniones personales, me despido.
He dicho.

domingo, 5 de junio de 2011

Ensayos y un encuentro inesperado

Hace ya tiempo que la Nuni nos viene recordando que pronto son las inscripciones para la PSU… de hecho, mañana (OMG). Entonces, había que aprovechar la oportunidad que se nos presentaba de asistir a un ensayo de matemática y lenguaje, aplicado por el preuniversitario de la UC. El sábado por la mañana me levanté temprano para esperar a mi amigo Camilo, que me recogería a mí, al Alvaro y a la Pauli. El colegio donde rendiríamos las pruebas ya tenía una larga fila de adolescentes ansiosos, y nos abría los brazos con providenciales y puras figuras de vírgenes. Qué ambiente tan acogedor. En la primera sala, donde realizamos el ensayo de lenguaje, un cristo flacucho tallado en madera me miraba con su cara de pena, mientras el Camilo se sentaba lo más lejos posible de nosotros; como si nuestra sola presencia lo desconcentrase.
Para que se hagan una idea de la prueba, la pregunta n°4 decía: “¿A qué tipo de marca de relación interpersonal corresponde la expresión “chachinita adorada”, utilizada por el emisor?” Por si acaso, nos regalaron el facsímil; no me lo aprendí.
Bueno, los dos ensayos estuvieron desgraciados, por lo menos para mí; especialmente porque me estaba quedando dormida en el de mate. Espero que en la PSU real hagan más preguntas de teorema de circunferencia.
En otro ámbito de la noticia, al llegar hoy a la iglesia me llevé una gran sorpresa. Pero realmente una GRAN sorpresa: sentada en una esquina, con un abrigo gris y frenillos, se encontraba nada más y nada menos que la Stephanie (o Estefanía, no me acuerdo cómo se escribía su nombre). Sin poder creerlo del todo, y aunque no había cambiado en nada, me acerqué al Mati y le dije “¿Ésa es la Stephanie?”, a lo cual él respondió “¿Cuál?”. Obviamente sí era ella; y en el momento de la ofrenda, que es cuando todos aprovechan para saludar, nos acercamos a ella. Un abrazo cariñoso pero no efusivo me hizo sentir como si hubiese sido ayer cuando éramos compañeras. La mayoría del curso la recordará (estuvo como un semestre en sexto básico) por su asma, sus frenillos, y sus historias del “Giovanni”.
Encuentros tan súbitos lo toman a uno por sorpresa, y hay que estas preparados, y haber ensayado una cara de fingida alegría, para cuando uno se topa con personas con las que no se llevó bien (No lo digo por la Stephanie).
Esto me hizo preguntarme, ¿Qué pasará si dejamos de vernos por años, siglos, y un día cualquiera nos encontramos en la fila de un banco? Inmensa será la sorpresa, pero espero que mayor sea la alegría de ver de nuevo a un viejo amigo, un antiguo compinche de ésos con los que reíste, lloraste y peleaste. La universidad no va a ser así, todos lo sabemos. Hoy día escuchaba a mi mamá hablando con una ex compañera de liceo de mi tía, y no podían acordarse del nombre de un joven que había sido compañero de alguna de ellas. Me consuela el pensar que en un curso de quince, ni los rostros ni los nombres se olvidan. A veces, ni los ruts, ¿Cierto?