miércoles, 23 de marzo de 2011

Recuerdos

Está bien, lo admito, en mi primera entrada fui bastante desagradable y una vieja quejoncilla, cierto. No podía esperarse algo diferente un domingo por la noche, con sueño y más de una cosa pendiente.
Quiero redimirme y escribir algo que un poco más justo, y algo más objetivo.
Hoy vimos una gran película; una buenísima película que me recuerda mucho a Precious. Se llama Escritores de la Libertad, y trata sobre una joven y soñadora profesora, que llega a enseñar a un problemático curso. Más allá de las buenas actuaciones de Hillary Swank o cualquiera de los jóvenes que conforman el elenco; esta película es de aquellas que te hacen cuestionarte muchas cosas, y agradecer por muchas otras también. Agradecer principalmente el lugar en el que estoy: que el Señor me haya traído a un colegio como ningún otro, una familia que me acogió. Porque realmente eso es lo que somos: una gran familia conformada por alumnos y profesores. Y otra vez puede sonar un poco cliché, pues es un discurso que se repite a través de la boca de directores y estudiantes graduados en varios colegios. Pero puedo asegurarles que en ningún otro colegio, por muy pequeño que sea, se sentirán así. Yo sólo he estado en lugares con muy pocos niños por curso, pero puedo asegurarles que nunca me sentí tan segura y a gusto. Durante estos años hemos ido creciendo, aprendiendo y madurando juntos, y el día en que pisemos nuestro colegio Montahue por última vez con el verde uniforme encima, recordaremos con cariño todas las situaciones que allí ocurrieron, todos los juegos, las palabras, los profesores y los amigos. Recordaremos a todos los niños que alguna vez conocimos, a todos los que recibieron el título de mejor amigo (que cambiaba con bastante frecuencia, en muchos casos), a todos los que nos gustaron, a los que nos caían bien y a los que nos caían mal. Recordaremos lo insoportables que fuimos hace no mucho tiempo, todos los accidentes, campanazos, rejazos, pelotazos, patadas, combos, estranguladas, empujones, mordidas, caídas y rodillas peladas que vimos y sufrimos en carne propia. Recordaremos a los australianos que duraron dos días y desaparecieron sin dejar rastro, a la rodilla fracturada de Rodrigo Lillo, que le andaba mostrando a la mitad del colegio, a la tía Carmen Gloria, que cuando se enojaba golpeaba la mesa y el Raymi se asustaba. Algunos recordaremos los pasteles de barro en nuestra “pastelería”, el tiempo de recreación antes de entrar, cuando la biblioteca funcionaba, el baseball en los recreos, o las eternas peleas entre la Paola y la Danae. Otros, los más veteranos, recordarán el retiro en Villa Paulina, al tío “Kuchen” o como se llame, cuando el Seba le enterró los dientes a la Pía, y al Cristopher Echegurú (no me importa si li escribí mal).
En fin, hay cosas que hemos vivido que nunca olvidaremos, y que marcarán nuestras vidas por siempre. No dejen escapar los recuerdos más bellos de su infancia y adolescencia aquí. Los quiero curso.

domingo, 20 de marzo de 2011

Cómo amo la vuelta a clases

Bueno, cómo empezar… Lo haré como sugirió mi estimado profesor de lenguaje: quejándome. Venimos recién llegando de vacaciones, y se le ocurre darnos un gran y oloroso montón de tareas y entretenidas actividades para ocupar nuestras tardes y fines de semana. Como si no tuviésemos nada que hacer. Sé que sonará más que sólo un poco cliché, pero, ¿Qué acaso los profesores creen que no tenemos vida, y nos llenan de cosas para que ocupemos nuestro tiempo en algo “útil”? ¿O creerán que en los demás ramos no vamos sino a escuchar, y que ningún otro profesor nos da tareas?
Es que no entiendo esa manía de mandarnos cosas para la casa; sólo sirve para estresarnos. Y nos vienen con la típica excusa de “esto les sirve para la Universidad”… Les voy a contar algo: TODAVÍA no entramos a la Universidad, así que, ¿Por qué no nos dejan vivir nuestro último año en Paz? Lo que buscan es que nos acostumbremos a ese ambiente duro y exigente, donde no te ponen un dos de nota mínima; sino un delgado y feo uno. De acuerdo, no voy a negar que tenemos que acostumbrarnos a eso, pero les pondré un ejemplo, de lo cual tengo una obvia opinión personal; y si no la comparten no me importa porque soy cool: imaginen que se tienen que ir a una cabaña en un lugar rural, donde no hay agua caliente, ni TV cable, ni Internet, ni su marca favorita de jugo. ¿Qué hacen: se comienzan a privar de estos lujillos un tiempo antes de marchar, o aprovechan su calefont hasta el último minuto? Mi respuesta es la más práctica: aprovecho hasta el último minuto. Así, podríamos aprovechar hasta el último minuto nuestra estadía en este colegio, donde los profesores no deben, y repito, no deben poner malas notas a un alumno por un mapa conceptual de un millón y medio de términos. Pero no; han decidido aplastarnos con ‘deberes’ en la segunda semana de clases. Un blog, una revista de la cual surgen quién sabe cuántas y cuán largas preguntas, y un libro que te puede romper el cráneo si es lanzado de una no tan considerable altura.
Doy sinceras gracias al Señor porque nuestro querido Mr. Chips recién comienza a desarrollar sus más malignos planes para la Media, y no estaremos cuando llegue a insospechables niveles de maldad.