domingo, 28 de agosto de 2011

Aventura sabatina

Volvemos a estar como antes. Desde que entré a clases este segundo semestre (casi dos semanas tarde), no nos habían dado casi nada. Un par de tareas locas por ahí, unos cuantos trabajillos. No sabía qué hacer porque sentía que no tenía nada pendiente (lo cual así como verdad, verdad, no era); hasta esta semana… Sigo pensando que los profesores se ponen de acuerdo para ponernos todas las pruebas juntas: inglés, química, biología electivo, lenguaje PSU, la prueba del libro… Y no me extrañaría que apareciera por ahí una prueba de Historia o Matemáticas. Así que supongo que esta semana dormiré poco y estudiaré  a las horas más extrañas, como suelo hacerlo: cuatro, tres y cinco de la madrugada.
Cuando era más chica me era tan fácil madrugar: podía acostarme a las doce, despertarme a las cuatro y trabajar sin parar hasta levantarme para ir al colegio. Claro, tiene sus consecuencias; pero es muy útil para la gente que deja todo para última hora, como yo.
Y hablando de estrés, ayer fue un día para relajarse y respirar algo de aire puro. Algunos del Grupo Impacto (digo algunos porque faltaba gente) subieron al cerro Mahuida, a pesar de la lluvia, granizo y posterior sol que les tocó. Eso sin hablar del pastoso barro con el cual estaban embetunados hasta las rodillas, en la cara, y algunos que llevaron ropa blanca, en todo el polerón.
El problema es que mi amigo Álvaro y yo teníamos preu ese día; y ya que nuestros respectivos padres no nos dejaron faltar a aquél templo de sabiduría, recién como a las dos de la tarde llegamos al cerro. Subimos por la callecita que nos indicaron los de la entrada. Caminamos lo que nos pareció un camino largo y un poco vertical, lleno de sospechosas bifurcaciones que parecían querer hacernos perder el rumbo. Llegamos a una especie de plazoleta, donde había una pequeña caseta verde con forma de quiosco; y un hombre canoso pero para nada viejo salió a recibirnos. Nos indicó el camino que habían tomado nuestros camaradas; y para allá fuimos con gran ánimo de encontrarlos. Apenas habíamos andado un par de pasos y nos aburrimos del barro. Era tanto y tan pegajoso, que se pegaba a nuestros pies, formando una especie de suela que nos dificultaba el levantar los pies. Nos limpiábamos en cada roca grande que hallábamos a nuestro paso, aunque era inútil: ni bien habíamos andado un par de metros, y ya nuestros pies volvían a ser pesados.
Esperamos a los demás, que nos dijeron que ya bajaban, sentados en una roca. Allí comimos, cantamos y saltamos; deseando que fuese verano para dormir en el pasto.
Más tarde llegaron los demás, sucios y cansadísimos; y el resto de la tarde se pasó rápido.
Fue una buena aventura.
PD: Happy b-day, niño.

lunes, 15 de agosto de 2011

Estrés

Pero qué delicioso feriado. Realmente siento que éste fue un regalo del Señor.
Digan lo que digan ciertas  personas, esta fue una semana estresante para mí; y no se debe simplemente a que entré al preu. Teniendo que ponerme al día en varias cosas, creo que la presión fue más sicológica que real: es cierto, tenía prácticamente todo los días ocupados, pero el pensar en eso fue lo que mi hizo sentir peor.
De cualquier manera, me hace feliz volver a tener gran parte de mis días con actividades, como cuando era algo más pequeña y apenas tenía tiempo libre porque me metía a todos los talleres que podía encontrar. Claro, me gusta, aunque tiene sus contras; de los cuales el rey es la falta de tiempo libre. Es decir, puedo hacerme algunos tiempos para leer, hojear revistas y tocar teclado o guitarra. Pero ahora más que nunca me falta tiempo para juntarme con mis amigos. Ayer mismo estaba hablando con alguien, y como no coinciden nuestros días en la semana, pensé en el fin de semana. El próximo no, el próximo próximo tampoco… Nuestras respectivas agendas tienen espacio como en un mes. Eso no es tan bueno.
A pesar de lo anterior, me gusta este tipo de estrés, de cierta manera. Digan que estoy loca, pero el tener demasiados días desocupados me estaba desesperando.
No sé aún cómo iré a lidiar con el preuniversitario, porque recién llevo una semana, y hasta ahora me ha gustado. El Álvaro y yo nos hicimos un ‘amigo’ que se llama Mario, con quien compartimos el día sábado. Qué populares. Además tengo un profesor de biología que es entomólogo y sólo piensa en insectos. El otro día estábamos viendo proteínas y empezó a decir que los insectos eran el alimento del futuro, etc, etc. Qué hombre más raro; hizo su tesis sobre moscas. Uhh…
En otras noticias, gracias Señor por la Kermesse. Fue una cantidad increíblemente minúscula de personas, y a pesar de eso lo vendimos absolutamente todo, recaudando incluso más de lo que esperábamos. Gracias Señor de nuevo.

Y cómo terminar este relato sin incluir la aventura del dedo pulgar.
Éste era un dedo pulgar que vivía muy feliz junto a sus amigos dedos, en una mano izquierda. No tenía preocupaciones de ningún tipo, ya que no le correspondía presionar las cuerdas de la guitarra, ni apretar los botones del control remoto (eso lo hacía su vecino de la mano derecha).
Un día el pulgar fue a una kermesse, y estaba muy contento de poder hacer algo mientras sostenía pedazos de globo y papeles junto a su mejor amigo índice; cuando de pronto le llegó un dardo. Pulgar se asustó mucho cuando vio que una sustancia roja fluía del agujero que había hecho el dardo. A pesar de esto, siguió trabajando y se recuperó en pocos días.
Los que estaban ese día sabrán. No es para sacárselo en cara al autor del dardazo, para nada. Sin rencores amigo, es que me quedaban como 70 palabras aún para rellenar.
Adiosín.

domingo, 7 de agosto de 2011

De vuelta

Domingo en la noche y muero de sueño. Estoy escribiendo en el blog y aún tengo que hacer la tarea de Historia. Creo que comienzo a sentirme más en casa.
En unas vacaciones rodeadas de placer, había olvidado por un tiempo lo que significa estrés. El día de hoy me ha devuelto a mi realidad como estudiante: por primera vez en más de un mes tenía tarea, y se me había acumulado. Genial.
Volví al colegio el día jueves, luego de llegar al colegio el miércoles en la mañana. Supongo que me relajé demasiado en mi tiempo de descanso, hasta olvidar por completo lo que significaba el colegio en cuanto a tiempo libre.
Y quizás otro día hable del conflicto que hay con las protestas estudiantiles, pero ahora tengo demasiado sueño para utilizar tatas neuronas. Así que aprovecharé para hablar de la sensación del verano: El libro El Túnel; teniendo en consideración que hoy día comenté brevemente su lectura con alguien.
Debo admitir que el libro no me gustó para nada la primera vez que lo leí. Me pareció completamente sin sentido, y el protagonista un paranoico obsesivo. Creí que no había captado bien lo que el texto quería decir, y que quizás lo había leído muy atropelladamente; así que decidí darle una segunda ojeada. Me extrañó el hecho de comenzar a encontrarle la razón a este Juan Pablo Castel: sus sospechas y dudas con respecto a María, que antes me habían parecido ridículas y sin fundamento, ahora tenían mucha lógica; y encontraban su razón de ser en sus extrañas actitudes. Llegué a pensar, luego de detestar al personaje con la primera lectura, que el pintor tenía razón en casi todo, y que su modo de razonar era el correcto.
Si me lo preguntan, mi opinión sigue siendo la misma en cuanto a esto; lo cual no libra a Juan Pablo de seguir siendo un maníaco y extraño individuo.
Cambiando el tema, ahora que estoy de vuelta y debo ponerme al día en todo, deberé aprender a organizar mi tiempo mejor que nunca, puesto que me inscribí en un preuniversitario. Adiós al amado tiempo de hacer absolutamente nada, de ver películas en el cable y de leer la colección de comics de Batman que debió haber llegado hace como un mes. No es que tuviese ese tiempo, pero ahora definitivamente debo decirle adiós a la posibilidad de tenerlo alguna vez durante el año escolar (o lo que queda de él).
Sólo una cosa más: por fin nos entregaron los famosos polerones, y fue justo el día que llegué al país. Me alegré porque mis compañeros lo tuviesen, pero al mismo tiempo estoy algo ansiosa porque aún no lo tengo, y no sé si podré ir a retirarlo, o si algún compañero piadoso podrá hacerlo por mí.
PD: Feliz día del niño.