jueves, 21 de julio de 2011

En Ezpaña

Ninguna noche he logrado acostarme temprano, ya sea porque el baño está ocupado o porque llegamos al “piso” (departamento) a las doce de la noche, luego de llegar desde algún pueblo vecino a Segovia. Oh sí, estoy quedándome en el departamento de los misioneros, en Nueva Segovia.
No sé por dónde empezar a hablar de este viaje. El vuelo desde Buenos Aires fue realmente asqueroso: el avión era monstruosamente gigante (dos pisos, yo calculo casi mil pasajeros), pero no había pantallas en la parte posterior de los asientos. Viajamos de noche, así que dormí todo el rato, excepto cuando nos dieron cena y desayuno.
Lo gracioso es que he conocido de todo menos españoles acá. Osea, igual hay, pero la mayoría de la gente de la iglesia es latina. De hecho, un día fuimos a una excursión con los niños, y conocí a dos jóvenes de quince años; uno mexicano y el otro ecuatoriano.
Andrés, uno de los misioneros llevó a su erizo, Filipino, a pasear al bosque con nosotros. Corrió un montón, y se hizo pipí en la mochila de su “padre”.
Y bueno, he conocido la mayoría de los lugares famosos e históricos, POR FUERA. Sí, qué mala suerte. Siempre llegamos a la hora que cierran, qué se le va a hacer. El primer día fuimos al alcázar (el castillo de los reyes) y estaba cerrado; fuimos a la iglesia de la Vera Cruz, donde los caballeros templarios velaban sus armas, y cerraban en dos minutos…Y así nos ha pasado con varias cosas. Pero de todas maneras he conocido muchos lugares.
Hoy me perdí en el laberinto que queda en los Jardines Reales del palacio de San Ildefonso. El nombrecito.
He conocido sólo un poco más a la tía Paulina. Es decir, no he tenido una conversación profunda con ella, pero aprendí a verla más cercana. Me explico: cada vez que ella iba al colegio, me ponía como nerviosa o ansiosa cuando la veía, y era extraño saludarla. Pero ahora supe que era una persona normal, aunque suene extraño o piensen “sí, eso ya lo sabía”. Nadó conmigo y los misioneros en un lago, nos hizo comida un día que fuimos a su casa, y se chorrea las manos cuando come durazno. Qué más normal que eso.
Bueno, ya son las 1:08 cuando en Chile son recién las siete de la tarde; así que me iré a dormir. El sábado viajo al Sur de España.
Adiosín.

lunes, 11 de julio de 2011

Desde Argentina

Hoy día lo primero que vi en mi celular fue que decía "1 mensaje recibido". Enviado a las doce de la noche anterior, sólo tenía una palabra: BLOG. Ajj, pensé.
Yiuk. Me carga esta letra. Pero qué le vamos a hacer, si este computador que está en portugués no tiene el Word, y más encima me subraya todas las palabras con rojo. Estoy escribiendo desde un hotel llamado Circus, en Buenos Aires; mis papás habían dicho que íbamos a una residencial media chantita, pero este lugar está "recopado", hay computadores con Internet y una mesa de pool. Además, hay una "pileta", así que supongo que habrá piscina.
Llegamos hace un par de horas, y luego de dejar nuestras cosas fuimos a pasear por ahí, aprovechando que estamos en el barrio San Telmo. Comimos en un restaurant y cumplí mi sueño de comer milanesa, luego de ver a dos bailarines que interpretaron un par de tangos sólo para nosotros. Después pagué cinco dulces con dos billetes, qué extraño se sintió...
Y para los que no saben, les cuento por qué estoy en Buenos Aires cuando se suponía que estaría en Segovia: el viernes, día en que debía viajar, cancelaron nuestro vuelo debido a la nube de ceniza emitida por nuestro propio volcán, que hizo erupción hace poco. Por este motivo corrieron nuestro vuelo a Madrid para el jueves (mucho tiempo), pero los aviones a Argentina se normalizaban antes. Aprovechando esto, decidimos esperar la conexión a España aquí.
Les cuento que también por mi ajuste de vuelo perderé dos semanas de clases, y no una, como iba a ser inicialmente.
Y he visto un número considerable de gente guapa, aunque los argentinos son más bien desabridos. Los lindos que hay son venezolanos. 
Estando en este lugar, además, me di cuenta que de hecho me gusta Santiago. Buenos Aires no es muy lindo en realidad, por lo menos el sector en el que estamos: se parece a Valparaíso (pero más grande, obviamente), con olor a pipí y todo. Y está lleno de pelusitas por doquier, pelusitas con vida propia que vuelan hacia tí, como si tuviesen la intención de atacarte. Cómo detesto las pelusitas. Según ALGUNAS personas, Dios creó las pelusitas para que existiera el ministerio de Aseo. Puaj.
Mañana iré al zoológico.
Ésa ha sido mi vida hasta ahora. La próxima publicación será desde Segovia, España.


PD: Espero que no exista en este universo un profesor de lenguaje que desee que escribamos 450 palabras desde un computador en el extranjero. Como si no fuese suficiente con tener que leer El Túnel.

martes, 5 de julio de 2011

Fin de semestre

Pobre mi blogcito, que lo tenía abandonado. Mi primer pensamiento cuando desperté el día lunes fue: “No escribí en el blog”.
Bueno, lástima. La semana pasada fue una semana de no dormir y de trabajar haaarto en los trabajos de síntesis. Un día me acosté como a la una o dos de la mañana; al otro día me acosté a las 4:10 y al día siguiente a las 5:48. Mi cansancio era evidente, pero valió la pena: me saqué una hermosa nota en Biología. En física ni idea, porque con este profesor vamos a tener las notas junto con los polerones (Uf).
Mañana será seis de julio: el último día del primer semestre. Cuando pienso que luego son poco más de tres meses de clases, siento maripositas en mi estómago.
De verdad no puedo creer que tres meses es el tiempo que me queda para disfrutar el colegio, a mis amigos y profesores. Tres meses para el llanterío que se desatará el último día que este cuarto medio siga siéndolo. Para que pueda decir “Yo ya salí del colegio”, sin poder evitar que se me forme un nudo en la garganta, y mis ojos amenacen con mojarse. Tres meses.
Luego de eso, probablemente lo único que nos preocupará será la bendita prueba; ésa que nos viene preocupando desde que entramos a la media, y que es un tema tan interesante para todo aquél que no debe darla.
Me pregunto si alcanzaremos a utilizar nuestros polerones generación antes de irnos; si podré repasar todos los contenidos de física que tengo pendientes; si lograré convivir en paz con el José de la Cruz. Me pregunto si el tercero medio nos querrá lo suficiente como para hacernos una despedida linda, y si me quedarán lágrimas para el día de la graduación.
No puedo creer que ocho años pasen tan rápido, que hace tanto tiempo haya llegado al colegio, y que me parezca tan poco. Si me parece como si hubiese sido ayer cuando bailábamos en la carpa, cuando el Mati me caía mal, o cuando salíamos a elevar volantines a la cancha de al lado.
Y ahora todos esos recuerdos se van quedando atrás. Nuestras mentes van comprimiéndolos, como si quisieran hacer espacio para nuevas aventuras, nuevas caras, nuevas vidas.
 Así es, porque sea lo que sea que haga el próximo año (la verdad, no tengo ni la más mínima idea de lo que Dios quiere), no será ni parecido a lo que pasé en este lugar.
Se me hace cada vez más difícil escribir aquí, pues siento que ya dije todo lo que debía y quería expresar…
La próxima vez que escriba probablemente será desde España, pues parto el viernes hacia allá.
Felices vacaciones.