Pobre mi blogcito, que lo tenía abandonado. Mi primer pensamiento cuando desperté el día lunes fue: “No escribí en el blog”.
Bueno, lástima. La semana pasada fue una semana de no dormir y de trabajar haaarto en los trabajos de síntesis. Un día me acosté como a la una o dos de la mañana; al otro día me acosté a las 4:10 y al día siguiente a las 5:48. Mi cansancio era evidente, pero valió la pena: me saqué una hermosa nota en Biología. En física ni idea, porque con este profesor vamos a tener las notas junto con los polerones (Uf).
Mañana será seis de julio: el último día del primer semestre. Cuando pienso que luego son poco más de tres meses de clases, siento maripositas en mi estómago.
De verdad no puedo creer que tres meses es el tiempo que me queda para disfrutar el colegio, a mis amigos y profesores. Tres meses para el llanterío que se desatará el último día que este cuarto medio siga siéndolo. Para que pueda decir “Yo ya salí del colegio”, sin poder evitar que se me forme un nudo en la garganta, y mis ojos amenacen con mojarse. Tres meses.
Luego de eso, probablemente lo único que nos preocupará será la bendita prueba; ésa que nos viene preocupando desde que entramos a la media, y que es un tema tan interesante para todo aquél que no debe darla.
Me pregunto si alcanzaremos a utilizar nuestros polerones generación antes de irnos; si podré repasar todos los contenidos de física que tengo pendientes; si lograré convivir en paz con el José de la Cruz. Me pregunto si el tercero medio nos querrá lo suficiente como para hacernos una despedida linda, y si me quedarán lágrimas para el día de la graduación.
No puedo creer que ocho años pasen tan rápido, que hace tanto tiempo haya llegado al colegio, y que me parezca tan poco. Si me parece como si hubiese sido ayer cuando bailábamos en la carpa, cuando el Mati me caía mal, o cuando salíamos a elevar volantines a la cancha de al lado.
Y ahora todos esos recuerdos se van quedando atrás. Nuestras mentes van comprimiéndolos, como si quisieran hacer espacio para nuevas aventuras, nuevas caras, nuevas vidas.
Así es, porque sea lo que sea que haga el próximo año (la verdad, no tengo ni la más mínima idea de lo que Dios quiere), no será ni parecido a lo que pasé en este lugar.
Se me hace cada vez más difícil escribir aquí, pues siento que ya dije todo lo que debía y quería expresar…
La próxima vez que escriba probablemente será desde España, pues parto el viernes hacia allá.
Felices vacaciones.
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