lunes, 15 de agosto de 2011

Estrés

Pero qué delicioso feriado. Realmente siento que éste fue un regalo del Señor.
Digan lo que digan ciertas  personas, esta fue una semana estresante para mí; y no se debe simplemente a que entré al preu. Teniendo que ponerme al día en varias cosas, creo que la presión fue más sicológica que real: es cierto, tenía prácticamente todo los días ocupados, pero el pensar en eso fue lo que mi hizo sentir peor.
De cualquier manera, me hace feliz volver a tener gran parte de mis días con actividades, como cuando era algo más pequeña y apenas tenía tiempo libre porque me metía a todos los talleres que podía encontrar. Claro, me gusta, aunque tiene sus contras; de los cuales el rey es la falta de tiempo libre. Es decir, puedo hacerme algunos tiempos para leer, hojear revistas y tocar teclado o guitarra. Pero ahora más que nunca me falta tiempo para juntarme con mis amigos. Ayer mismo estaba hablando con alguien, y como no coinciden nuestros días en la semana, pensé en el fin de semana. El próximo no, el próximo próximo tampoco… Nuestras respectivas agendas tienen espacio como en un mes. Eso no es tan bueno.
A pesar de lo anterior, me gusta este tipo de estrés, de cierta manera. Digan que estoy loca, pero el tener demasiados días desocupados me estaba desesperando.
No sé aún cómo iré a lidiar con el preuniversitario, porque recién llevo una semana, y hasta ahora me ha gustado. El Álvaro y yo nos hicimos un ‘amigo’ que se llama Mario, con quien compartimos el día sábado. Qué populares. Además tengo un profesor de biología que es entomólogo y sólo piensa en insectos. El otro día estábamos viendo proteínas y empezó a decir que los insectos eran el alimento del futuro, etc, etc. Qué hombre más raro; hizo su tesis sobre moscas. Uhh…
En otras noticias, gracias Señor por la Kermesse. Fue una cantidad increíblemente minúscula de personas, y a pesar de eso lo vendimos absolutamente todo, recaudando incluso más de lo que esperábamos. Gracias Señor de nuevo.

Y cómo terminar este relato sin incluir la aventura del dedo pulgar.
Éste era un dedo pulgar que vivía muy feliz junto a sus amigos dedos, en una mano izquierda. No tenía preocupaciones de ningún tipo, ya que no le correspondía presionar las cuerdas de la guitarra, ni apretar los botones del control remoto (eso lo hacía su vecino de la mano derecha).
Un día el pulgar fue a una kermesse, y estaba muy contento de poder hacer algo mientras sostenía pedazos de globo y papeles junto a su mejor amigo índice; cuando de pronto le llegó un dardo. Pulgar se asustó mucho cuando vio que una sustancia roja fluía del agujero que había hecho el dardo. A pesar de esto, siguió trabajando y se recuperó en pocos días.
Los que estaban ese día sabrán. No es para sacárselo en cara al autor del dardazo, para nada. Sin rencores amigo, es que me quedaban como 70 palabras aún para rellenar.
Adiosín.

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