lunes, 9 de mayo de 2011

Indignación

Dije que iba a escribir de nuevo luego del día del libro; pero los recientes acontecimientos me han obligado a publicar el primer día de la semana.
Estaba yo en mi dulce hogar, con mi compañero Alvaro, mi hermana Tatiana y el profesor M, cuando llegaron mi tía y mi tío con cara de circunstancia: habían aprobado el proyecto Hidroaysén.
No lo asimilé en seguida, y creo que aún no lo hago. Tanto tiempo con la campaña Patagonia sin Represas; tanto tiempo en que luchamos contra esta empresa, que realmente creí que jamás le darían el sí. Mi pensamiento era: “No, cómo los van a dejar construir eso; no van a quitarle el trabajo a tanta gente. Además, somos una gran mayoría, así que no pueden oponerse a nosotros”.
Bueno, fui demasiado ingenua. No debería asombrarme que en este país aún manden los que tienen los bolsillos rebosantes de billetes.
Y se atreven a llamar esto una “democracia”. No me vengan con estupideces. ¿De qué democracia me hablan? ¿Dónde está la voz del Pueblo? Yo les diré dónde: sepultada y silenciada por once votos que han decidido que lo que ellos piensan es más importante. Once personajes que no se interesan en nada más que la plata. ¿O creían que Hidroaysén se va a hacer sólo por la energía? Benditos sean los que mienten y engañan a Chile entero con su aún más bendito proyecto: sean saciadas de los más verdes dólares sus alforjas, y sean sus mesas llenas de los más ricos manjares.
Convencieron quién sabe a cuánta gente con su falaz comercial: ése donde, en medio de una cirugía, se cortaba la luz. Les cuento: las clínicas y hospitales cuentan con generadores especiales, que permanecen prendidos ante cualquier emergencia. Así que esas cosas NO pasan.
Si aún viviese en Coyhaique, no dudaría en pararme frente a las máquinas dispuestas a arrasar con todo. Santiago es tan grande. Yo quería ir a la Plaza Italia, pero lamentablemente, no me mando sola. De todas maneras mi papá me dijo que podíamos ir a protestar si hay otra manifestación masiva, en un día que él tenga libre. Ojalá.
No sé ustedes, pero yo me siento orgullosa de ser chilena. Más aún de haber nacido en la Patagonia: el rincón más lindo del planeta.
Sin importar cuánto tiempo lleve viviendo en Santiago, mi tierra es allá en el Sur. Allá pertenezco. El amor que siento por ella no se puede plasmar con palabras.
¿Quién puede pensar siquiera en inundar un lugar tan bello como lo es el Baker? Y es tal como se lee: BAKER, no “Beiker”, que estamos en Chile, miércale.
A ver si les gusta a esos platudos que les inunde el jardín y construya una represa, para que el vecino pueda disfrutar de hartos watts. No creo que les agradase la idea.
Yo creía que este era un país libre, donde Chile era de todos los chilenos, y donde todos tenían derecho a opinar. Claro, no nos dijeron que todos tenían derecho a opinar sobre lo que quisieran; pero que nadie te iba a escuchar.
Así es, acostúmbrense. Chile NO es de todos, sino del que tiene más plata.
Díganme comunista, o lo que quieran, ya estoy acostumbrada. Pero no me salgan con comentarios momios, ni hablen por hablar. Lo digo en serio. Respeto la libertad de expresión, pero si alguno se atreve a hablar mal en contra de la campaña sin ningún fundamento, o apoya el proyecto Hidroaysén sin siquiera conocer el lugar que será DESTRUIDO por un par de ricachones avaros; no dudaré en eliminar su comentario. Viva Chile, viva el Pueblo, vivan los trabajadores!

PATAGONIA SIN REPRESAS HASTA EL FIN!

1 comentario:

  1. Me gusta la naturaleza, mas que todo. Pero ¿Que le vamos a hacer? Seria entrete igual tirarle un camote a las maquinas, pero no creo que se logre algo. Por eso, me gusta la monarquia en la que vivo. ¿Democracia? ¿Votos? ¿Politica? Me gusta el reino, por eso no me inscribire para votar.

    El hombre siempre destruye todo lo bueno.

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