Pero qué fin de semana.
Viernes
La Claudia se vino a mi casa después del colegio, e inventamos palabras extrañas que le ayudaran a recordar los pueblos precolombinos en Chile. Luego de eso, Equitación: desde las 16:30 hasta las 19:30, dos clases seguidas. Terminé muerta. Después de eso sólo me dio para ir al Jumbo con mi amigo Álvaro, y luego morir sobre mi cama.
Sábado
Pasadas las 8:00 estaba en la estación Quilín, esperando a alguien para ir a Rosario, a la casona de la iglesia: había Bautizo. Estuvo todo demasiado lindo y poderoso… Y hasta nos convidaron almuerzo. Fueron casi puras mujeres las bautizadas, casi todas vestidas de impecable blanco. Fue realmente emocionante ver a amigas sumergirse en el agua de la piscina…
Terminó muchísimo más tarde de lo que creí: salimos de allá como a las 16:15 o 16:30. Me dejaron en la iglesia y tuve que pasar a la casa de alguien a pedir prestadas las “instalaciones”, si saben a lo que me refiero. Luego me dirigí al cumpleaños de mi buen amigo Matías, llegando con un elegante atraso de tres horas. Ese día sí que moría. Cuando el papá del Maxi nos fue a buscar, yo yacía en el sillón como un muñeco sin vida. Eso sí, valió la pena la piñata.
Domingo
El día más calmado de este ajetreado fin de semana. En la mañana, iglesia. Me sorprendió y me alegró a la vez no encontrar a Marcela esperándome fuera del metro: una testigo de Jehová que me abordó el domingo pasado, y me retuvo por al menos veinte minutos, tratando de convencerme de sus doctrinas extrañas. Están entrenados para convencer a la gente basándose en fundamentos de su versión de la Biblia (Traducción del Nuevo Mundo), pero no esperan realmente encontrarse con alguien que sí lee este libro y que al menos sabe lo que definitivamente NO es.
Terminé de almorzar a las 16:00, y comencé por avanzar Hijo de Ladrón. No había avanzado ni veinte páginas cuando me invadió un sueño terrible. Dormí un rato, y luego me dispuse a hacer todas mis tareas. Son las 23:30 y sigo tratando de terminar mis tareas.
No me quejaré otra vez contra los profesores; ya lo hice una vez.
Siento que este fin de semana se me pasó más rápido que cualquier otro, con tantas actividades. Feliz me quedaría en mi casa mañana, viendo tele y leyendo con la estufa a parafina al lado (mi madre dice que se parece a R2D2), sin preocuparme de la Revista, la guía de Mate o la presentación de Inglés. ¿Por qué la fiebre no vendrá cuando se le necesita? Siempre he soñado con probar si es cierto eso de comer plátanos y pasarte la cáscara por la cara para que te suba la temperatura, lástima que queda como un plátano en mi cocina. Supongo que debí haber abrazado al Álvaro hoy día, y haberme sentado al lado de él; quizás se me hubiese pegado algo. ¿Nadie quiere convidarme un germen o algo? Lloraré, no quiero ir mañana al colegio, quiero dormir…
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