sábado, 2 de abril de 2011

Seguiremos siendo amigos

Sentada en el sillón de mi living, la música que suena no concuerda con los sentimientos que llevo dentro en este momento: una cueca demasiado alegre parece reírse de mí, recordándome que hay gente de lo más feliz a quienes no les importa si tengo ánimo o no.
Al encender el computador, ya tenía pensado sobre lo que iba a escribir; pero la última entrada de un niño llamado Matías me obligó a cambiar mis planes de manera radical. Luego de detenerme un momento para bailar una cuequita con mi hermana, vuelvo a lo que me convoca.
El miedo a perder a mis amigos más cercanos no es algo que haya aparecido ahora, sino hace un par de años; aunque la nostalgia se fue acrecentando a medida que pasaban los años, y veía mi graduación como algo cercano. Hace poco tiempo me prometí que dejaría de llorar por dejar el colegio, pero ya veo que es imposible. De repente me baja la nostalgia, y junto con ella las lágrimas de cocodrilo que parecen ansiosas por dejar mis ojos. Sólo hay dos cosas por las que he llorado tanto aparte de terminar el colegio, y ambas tenían que ver con separarme de gente.
Todos, o la mayoría sabemos que en la adolescencia los amigos pasan a primer plano, que somos inmortales y queremos cambiar el mundo. Les cuento: los sicólogos dicen la verdad en este sentido, o casi. Cuando somos pequeños la mayor parte de nuestra vida gira en torno a la familia: padres y hermanos, abuelos y primos… y sería. Al crecer un poco más nuestros horizontes se amplían, se agranda nuestro círculo de conocidos y comenzamos a vivir. Y creo que por eso es tan difícil el dejar de ver a estas personas tan importantes. Con ustedes he forjado mi vida, he crecido, incluso he adquirido sus gestos y expresiones. Por eso el Camilo dice que cada día me parezco más a la Fran, o la Tati dice que soy muy igual al Matías, y otros comentarios del mismo tipo. Hemos pasado tanto tiempo juntos, que va a ser tan extraño no llegar a la sala y saludarlos a todos, para que el Camilo diga “hola niña Mora”; la Vale diga “hola nena”; el Maxi me diga algo referente al día anterior mientras gesticula con un solo dedo; el Alvaro toque guitarra y el Matías se desespere porque saludo a toda la gente.
Vengo llorando por esto desde el año pasado, y me impresiona que aún me quede harta agua en los ojos para derramar. Y lo que más me impresiona es que el día en que me vaya todavía tendré lágrimas para mojar a cada persona que se me acerque, lo cual parece completamente irracional, considerando que no soy de llorar en situaciones públicas; como bien lo saben los pocos afortunados que han tenido el privilegio de verme en ese acto.
Simplemente no me cabe en la cabeza. Quiero pensar que el contacto no se va a perder, que vamos a seguir hablando, que en diez años más seguiré cantando More tan words con el Álvaro, que seguiré molestando al Camilo porque sí y porque no, que seguiré riéndome con el Matías por las mismas estupideces por las que nos reímos y discutimos ahora. Y no me importa lo que digan los adultos, que es casi imposible mantener a los amigos del colegio, que en la universidad voy a conocer a más gente. No me importa. Eso lo dice la gente aburrida que ya no tiene sueños en la vida, que miran hacia adelante sin importarles un comino si algo se les queda atrás, y que la pasó mal en el colegio. Yo puedo decir con orgullo que conocí a los mejores amigos y compañeros que alguien pudiese desear en el colegio, y que nunca voy a conocer gente como ustedes, en ninguna parte. Así tenga sesenta años, ustedes se llevan el título de amigos oficial, porque la base de ese título está tan firme, que NADA puede derribarlo.
Recuerdo un libro que leí cuando era más pequeña, se llamaba “¿Seguiremos siendo amigos?”...aún ahora me emociona

2 comentarios:

  1. "...el Maxi me diga algo referente al día anterior mientras gesticula con un solo dedo..." Épica observación.

    ResponderEliminar
  2. Tus palabras siempre sacan lo mejor de ti.
    Eres una excelente amiga. Te lo recordaría hoy, mañana y hasta que tengamos sesenta años.
    Te Quiero Muchísimo, y debo admitir que casi haces que derrame alguna de esas lágrimas que se encuentran ocultas por ahí.

    Un beso enorme amiga.

    ResponderEliminar